
Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo. Cuando vieron lo hondo que era, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas.
Pero las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.
Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serian inútiles.
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió, se desplomo y murió.
Pero la rana salto cada vez con más fuerza hasta que finalmente logro salir del hoyo.
Cuando salió, las otras ranas le dijeron: “nos alegramos mucho que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos“.
¿Qué tener en cuenta? Lo importante es entender que las palabras tienen poder de vida y muerte. Mientras una crítica destructiva puede hundir a la persona, sobre la que se vierte, la crítica constructiva puede reanimarle y suponer un acicate para mejorar.
¿Cómo hacer esa corrección de manera que se trate de una crítica constructiva y no destructiva? Practicar es el mejor consejo pero para los que deban hacerlas se puede partir de las siguientes consideraciones:
o Con aprecio: Se trata de corregir por aprecio no por burla o satisfacción propia. La persona tiene que percibir que está siendo corregida por su bien, no por despecho.
o Con respeto: Quien hace la corrección, debe de hacerla de forma que el orgullo de la otra persona no se sienta herido. Sería conveniente que muestre que también él necesita ser corregido en muchas cosas.
o En el momento adecuado: En ocasiones una corrección deberá retrasarse hasta que consideremos que la otra persona ha madurado lo suficiente para poder recibirla.
o En el tono adecuado: El objetivo no es vencer, sino convencer. ¿De qué me sirve quedar por encima, como el aceite? Si una corrección se hace con un tono prepotente, es probable que consiga el efecto contrario al que buscaba. Por ese camino la verdad resultará antipática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario